
Esta vez, a diferencia de otras, no vimos durante el viaje ni bomberos que llenaran su botella de agua con la fuga de la mangera del camión, ni coches de policías de tráfico estacionados en triple fila.
Llegamos los primeros a Cuautla y si hubiéramos tenido paciencia habríamos podido sacar un buen plato de escamoles. Había un nido enorme de hormigas que estaban cambiando los huevos de lugar. Luego llegó mi postiza(otra historia) y, como cada año, tocaba nuestra plática femenina. Esta vez el tejabán fue el escenario. Una vez pasadas las dos horas reglamentarias de puesta al día y consejos, regresamos con la multitud familiar. Todo el mundo trataba de resolver el gran dilema organizativo de la noche: 11 camas, 18 personas. El azar quiso que me tocara cama.
Al día siguiente me levanté relativamente temprano y fui con mi papá a buscar tortillas al mercado, de maíz azul y hechas a mano. Aprovechamos para llevar naranjas para la botana, un poco de queso oaxaca y nopalitos con chile y vinagre que le compramos a la señora que le enseñó a mi papá cuando se voltean las tortillas. A la hora de la comida, Jacinto y yo éramos los encargados de la preparación de caipirinhas para todos los mayores de 16 años, cosa que nos obligó a comer apresuradamente y en la cocina. Como queríamos que los clientes quedaran contentos, probábamos todos los vasos antes de que salieran para cambiar las proporciones si era necesario... En la tardecita, después de comer un poco más de cecina con frijolitos de olla y estar un rato en la hamaca para recuperarme, empezó el tiempo del juego. Como a las cinco, en el jardín estaba el scrable, en la terraza, el mancala y el bagámon, y en el comedor, el dominó. Luego nos reunimos en la terraza para jugar "cuento" mientras las más pequeñas preparaban el primer capítulo de "El puente matutino", que se representaría en el cuarto de las literas, a la tercera llamada y con carta de invitación. Terminada la función, nos volvimos a separar entre los que se fueron a la cama, los que empezamos el tradicional "conquista" y los que empezaron la sesión televisiva con un DVD de 24. El primer eliminado del "conquista" fue Juan, que, como bien marca la tradición, fue el encargado de preparar quesadillas para todos. Una vez pasadas las cuatro de la madrugada y sin perspectivas de ganador/a decidimos abandonar el juego por amor al sueño.
El día siguiente transcurrió de manera similar con la diferencia de que Jacinto, Cristóbal, Pablo y yo salimos a cenar tacos al pastor. Mientras esperábamos ansiosamente la llegada de las cuatro ordenes de 6 tacos por 20 pesos, salió a la conversación el tema "Telésforo" (el cuidador de la casa de Cuautla). Jacinto y yo (los dos semi-extranjeros y citadinos), no tuvimos problema en empezar a contar las múltiples hazañas del susodicho, entre las cuales figura el hecho de haber matado a su suegra de un tiro en una noche de borrachera de pueblo con total impunidad. Por fortuna, al terminar de decir la frase, ya estábamos en el último taco porque todos los del puesto nos empezaron a mirar. No sería sorprendente que el señor de sombrero o que la señora de chal fueran el primo y la hermana del asesino. En fin, así son los pueblos de México...
Proximamente: México, el país del maíz...